Mapa de carreteras para regresar



Intérpretes: Jesús Barranco, Raúl Marcos y Luciana Pereyra
Autor: Carlos Rod
Dirección: Óscar G. Villegas
Producción y ayudante de dirección: Pilar Campos
Iluminación, espacio escénico y vídeo: Óscar G. Villegas
Espacio sonoro: Sr. Curí
Muñeco: Luis G. Carreño
Fotos: Aitana Guzmán y Óscar G. Villegas
Diseño gráfico: Óscar G. Villegas

Colaboran: Junta de Castilla y León / Caja Burgos


Las personas que aquí hablan no tienen familia, no tienen hijos, ni profesiones, ni carné de identidad, ni partida de nacimiento, ni currículum, ni obligaciones de ningún tipo, ni siquiera un nombre propio, ni siquiera un rostro. Si acaso, son seres con unos pocos atributos: un hombre sin cabeza, una mujer con la cara tachada y la cabeza del hombre sin cabeza. Y son solitarios, absolutamente solitarios. Si hubiera un conflicto, su conflicto se nutriría de cualquiera de estas carencias. Pero incluso esto es cuestionable.
El conflicto siempre se encuentra en otro lado. No se sabe exactamente dónde. Se podría decir, en cambio, que la obra es un tríptico. Es decir, un cuadro con tres figuras pero sin ninguna historia. Pero esto sería mucho decir. Un sueño hecho realidad, que en este caso no se cumple. Si acaso aspira a ser partitura, pues las tres figuras hablan, y se confiesan en voz alta, pero precisamente por ser lo que son, son incapaces de expresarse, y en todo este tiempo solo alcanzan a decir lo que no son, es decir, mentiras. O tal vez no. Por lo que el autor, en realidad, lo único que quisiera decir es que esta obra es una forma, como otra cualquiera, de ofrecer la última palabra al otro. Al espectador. 
                                                                                                            
                                                                                                                                                 Carlos Rod





















































La cuestión es que aquí nadie tiene el cuerpo completo. La cuestión es que hay un trozo de cuerpo y una cabeza y una mujer con la cara tachada. También tenemos una voz que sale de un poro de la piel de uno que ahora está sin cabeza. La cuestión es que aquí nadie para de hablar. La mujer de repente se pone a hablar y no para en 140 líneas. 2076 palabras. Estas son muchas palabras y la actriz va a tener que masticarlas una por una. La cuestión es que la actriz va a tener que hablar muy rápido y los otros actores también muy rápido. La cosa es memorizar con precisión y escupir con precisión. La cosa es estarse quieto porque con el ruido ya tenemos bastante. La cosa es que creo que esto va a ser más un concierto que otra cosa. Me pregunto quiénes son estos tres y por qué dicen estas cosas, pero realmente no me importa. Les dejo hablar y les meto prisa para que hablen más rápido. Hay un follón enorme porque yo no paro de lanzar ruidos desde unas máquinas que tengo sobre el ruido que ellos hacen con las palabras. Creo que uno de los actores ha movido ahora un brazo y yo le doy con un palo porque eso es un puro adorno, un amaneramiento, y hay que estar en lo que hay que estar. Si no, no se está. En la palabra, vaya, en el ritmo, siguiendo el latido, sin abandonar el pulso, escupiendo hasta quedarse seco.

                                                                                                                                      Óscar G. Villegas